Cultos Cuaresmales 2024
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La devoción, al costado de la Vera Cruz
La Hermandad de la ‘Vera Cruz’ cumple con sus fieles
Boletin nº 19 Cuaresma 2024
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Cruz de Mayo
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Cartel Lunes Santo 2024
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Silencio, se para el aire, la noche también. Silencio, por las calles de Ceuta, en la Madrugá del Viernes Santo, un crucificado camina lenta, muy lentamente.

La oración le señala el camino. ¡Ya viene el Silencio!.

Ceuta calla, la luz tenue de los hachones ilumina su patética figura. A sus pies un manto de claveles, rojos de la sangre que chorrea. Sangre, dolor y lágrimas y pena se inclinan ante la Cruz.

Tras el Cristo de la Vera Cruz, marcha el pueblo de Ceuta.

Silencio, es la solemne procesión del Silencio.

¡Cristo ha muerto!.

Si el pasado año tuvimos que desdoblarnos para poder estar presentes en las dos salidas procesionales que componen actualmente nuestra Madrugá, pudimos ser testigos, a la misma hora en que la Cofradía del Descendimiento iniciaba su estación de penitencia, del ansiado reencuentro con una de las cofradías señeras de nuestra Semana Santa, que después de pasar por una serie de situaciones difíciles que la llevaron a estar apartada de nuestra Semana Mayor, ha sabido a base de un sacrificio encomiable y de un
empuje inusitado, recuperar la ilusión en el seno de esta hermandad y de esta forma poder sacar a relucir ese corazón cofrade y caballa que han propiciado, el que pudiéramos tener un adelanto de lo que este año vamos a poder saborear de nuevo.

En esta ocasión, sacando a la calle una cruz desnuda, vestida únicamente con el sudario que de sus brazos pendía, y a sus pies Nuestra Señora del Desamparo. Esta año nuestra Madrugá se verá engrandecida y realzada, con la vuelta de su último hijo prodigo, que después de siete años de sentida ausencia y con el gozo de volver a tenerlo entre nosotros, veremos salir por entre las puertas de Nuestra Señora de África y procesionar por nuestras calles en su estación de penitencia, puro arte, la reliquia más antigua y una de las más queridas de nuestra Semana Mayor. Volveremos a ver al Señor del Silencio, volveremos a ver a nuestro Santísimo Cristo de la Vera Cruz, y aquellos caballas que ya en el año 1931, tuvieron la enorme suerte de sentir al Vera Cruz en la antigua procesión del silencio, podrán rememorar el discurrir por las calles de nuestra Ceuta de esa impresionante talla cuya única luz era la que despedían los pabilos encendidos de sus cuatro hachones, su único color era el morado de sus lirios y su única música era la oración de los hermanos que lo acompañaban en su peregrinar.

Pero, los que nos sentimos realmente cristianos y cofrades de esta tierra, ¿podemos solo contentarnos con volver a tener a la Vera Cruz en nuestras calles?, ¿podemos detenernos sólo en alabar el esfuerzo enco- miable de unos pocos que ha hecho posible rescatar del olvido esta magnífica talla?. Esto nos tiene que valer como ejemplo y nos tiene que servir para que tomemos conciencia de que Cristos Rotos como el de la Vera Cruz, nos rodean todos los días de nuestra vida, nos salen al paso en cualquier esquina, nos piden sin voz que les dirijamos una mirada de apoyo, de consuelo, y de solidaridad. Por lo tanto, que seamos capaces de reparar tantas mutilaciones y tantas roturas en la carne y en la vida de nuestros hermanos los hombres.

Juan Jesus Bollit Beltran

PREGON SEMANA SANTA 1996

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